martes, 31 de marzo de 2009

La Tempestad de William Shakespeare


Próspero es el protagonista en La tempestad, obra de teatro de William Shakespeare.

Próspero era el legítimo Duque de Milán, quien (con su hija Miranda) fue enviado a morir en un bote por su hermano usurpador Antonio, con el fin de convertirse en Duque. Próspero y Miranda sobrevivieron en el bote y encontraron exilio en una pequeña isla. Él había aprendido magia, la cual usa para controlar a los otros personajes. En la isla, se convirtió en el amo de Calibán y Ariel.

Por fortuna, Antonio navega cerca de la isla y Próspero conjura la epónima tempestad que fuerza a él (y a otros) a desembarcar. Próspero recupera su ducado de Antonio en el transcurso de la obra. Al final, Próspero ahoga sus libros y renuncia a la magia.

Algunos sostienen que Próspero representa un colonizador, por su tratamiento hacia Calibán y Ariel y su uso general del poder.[cita requerida]


Discurso de Próspero [editar]El soliloquio y epílogo de La tempestad es considerado uno de los discursos más memorables de toda la literatura shakesperiana. En el, Próspero, renunciando a la magia, reconocerá los límites del hombre.


Epílogo [editar]Ahora magia no me queda
y sólo tengo mis fuerzas,
que son pocas. Si os complace,
retenedme aquí, o dejadme
ir a Nápoles. Con todo,
si ya el ducado recobro
tras perdonar al traidor,
no quede hechizado yo
en la isla, y de este encanto
libradme con vuestro aplauso.
Vuestro aliento hinche mis velas
o fracasará mi idea,
que fue agradar. Sin dominio
sobre espíritus o hechizos,
me vencerá el desaliento
si no me alivia algún rezo
tan sentido que emocione
al cielo y excuse errores.
Igual que por pecar rogáis clemencia,
libéreme también vuestra indulgencia.

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